Un grito desesperado
pidiendo el retorno de las almas.
Un desierto de cadáveres,
putrefactos, descuartizados
Se dejan mirar gigantes,
pequeños,
hediondos.
Los ojos mirando el mar
Las bocas abiertas y vacías
Los brazos señalando el cielo
Incapaces de seguir las huellas de los hombres
Asfixiados de inocencia y crueldad
Tan cerca el mar tan grande su desgracia
Uno tras otro
de espaldas a la tierra
de frente al cielo
huecos, vacíos
en silencio
Arrollados por la ignorancia de los dioses.
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