Sigo pensando en el gusano que me
acaricia,
sucede que en el pasto,
donde se revuelca el tiempo de los vivos,
la canción estalla,
las palabras atraviesan el rosado de la carne.
El gusano lame las heridas.
Los
rostros reflejan lo incomprensible,
los desechos hacen otras manos, esta vez
sin tacto,
y ese hedor de promesas o elecciones
apenas cabe en el bolsillo roto.
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